El insomnio es una condición que tiene profundas y trascendentales consecuencias para la salud física y mental, la productividad del trabajo, las relaciones interpersonales, la crianza de los hijos y la calidad de vida en general. A pesar de ser un problema recurrente en la sociedad sigue siendo difícil de diagnosticar y de tratar.
La cantidad de sueño es variable en cada persona y está genéticamente determinado; un recién nacido duerme cerca de 18 horas, un adulto joven de 7,5 a 8 horas y un anciano alrededor de 6,5 horas. De la tercera a la sexta década de la vida se produce una disminución gradual de la calidad del sueño, volviéndose éste más fragmentado y superficial.
Entre un 10 y un 15% de la población adulta sufre de insomnio crónico, mientras que alrededor del 50% de los adultos padece insomnio en algún momento de su vida, y un 25-35% ha tenido insomnio ocasional o transitorio, debido al estrés provocado por diversas situaciones.
En la mayoría de los casos, el insomnio es un síntoma de otro trastorno ya existente de tipo médico, psiquiátrico, conductual o ambiental, más que una enfermedad en sí misma; por lo tanto, a la hora de tratarlo, se debe actuar sobre la causa que lo origina, y no solo sobre los síntomas.
El insomnio puede afectar a la gravedad de otras enfermedades
En lo pacientes con cáncer, el insomnio puede ser debilitante, así como para los pacientes de con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH). Por otra parte, la muerte por enfermedad cardíaca, tales como ataque al corazón o un derrame cerebral, es 45 veces más probable en pacientes con insomnio. La falta de sueño puede cuadruplicar el riesgo de adquirir el virus del resfriado común y disminuir la capacidad de respuesta del sistema inmunológico del cuerpo.
Fuente: http://www.livestrong.com/article/1011670-insomnia/